¿Cuántas veces hemos escuchado que debemos cuidar la Tierra, que si realizamos ciertas acciones podremos salvar el planeta o que necesitamos de la naturaleza para vivir? Aprendimos que hay que cuidar a los animales porque son nuestros hermanos menores y hablamos de lo importante que es estar en contacto con la naturaleza, sin reparar en que, al decir cualquiera de estas frases, nos estamos poniendo en un lugar diferente al que otorgamos al resto de la vida. Llevamos siglos creyendo que los humanos estamos en la cima de la pirámide evolutiva, por eso tenemos el deber de proteger a los demás seres vivos. Nos ponemos por encima de la naturaleza, como si fuera algo ajeno que podemos usar como un instrumento para nuestros intereses, por eso nos importa conservar estos recursos. Alguien que se preocupa de nuestros «recursos naturales» se le considera una persona ecológica.
Se habla de la ecología como si fuera un concepto reducido a tener un huerto en casa, reciclar o hacer compost. A las bolsas de tela, papel o incluso plástico duro (como el pvc) se les dice «bolsas ecológicas» y podemos encontrar en el supermercado una sección de productos que en cuyas etiquetas se definen como «ecológicos». Pero ¿tenemos conciencia de lo que significa en realidad la ecología? Si nos vamos a la raíz de la palabra, sabemos que viene del griego oikos (hogar) y lógos (estudio de), que podríamos traducir como el estudio del hogar, es decir, del hábitat de los seres vivos. Entonces, entender la ecología es entender las relaciones entre los seres vivos y cómo se vinculan con su entorno. ¿Las entendemos? ¿Somos conscientes de las interrelaciones e interdependencias de las diferentes especies y reinos de la vida? ¿Comprendemos la importancia de los factores abióticos como el clima, el agua o los minerales en los distintos ecosistemas? De eso se trata la ecología y este 1 de noviembre, Día Mundial de la Ecología, es importante tenerlo claro.
Es fundamental también reconocer que los seres humanos somos parte de esas especies, pertenecemos al reino animal y nuestro nombre científico es Homo sapiens sapiens, cosa que parecemos haber olvidado. Pero cuando nos decepcionamos de los humanos por la inconciencia ecológica, no estamos considerando que existen múltiples culturas cuyas cosmovisiones sí reconocen a nuestra especie como parte de la fauna global. La riqueza en la diversidad de especies es lo que fortalece los ecosistemas. Asimismo, la diversidad cultural fortalece la mirada que podamos tener acerca de nuestro lugar en el mundo. Llama la atención que la fecha en que se celebra el Día Mundial de la Ecología es la misma en que se recuerda a nuestras ancestras y ancestros, que en muchos casos han sido precisamente quienes practicaron el buen vivir, tejiendo relaciones e interactuando respetuosamente con el resto de la naturaleza y con nuestra propia especie. Quizás sea un buen momento para poner en valor y honrar el legado que nos han heredado, identificando y revalorando las redes que teje la vida, nuestras interrelaciones e interdependencias con la diversidad de especies y culturas.
Llama la atención que la fecha en que se celebra el Día Mundial de la Ecología es la misma en que se recuerda a nuestras ancestras y ancestros, que en muchos casos han sido precisamente quienes practicaron el buen vivir, tejiendo relaciones e interactuando respetuosamente con el resto de la naturaleza y con nuestra propia especie.
Paula Guaquiante Blašković
Cualquier persona que ha tejido alguna vez sabe que, si una lana se corta, el tejido se debilita y queda vulnerable a desarmarse, pero si se cortan varias hebras, se termina por deshacer, porque cada hebra es tan importante como la otra. La vida en la Tierra es una trama donde los humanos no somos más que una simple hebra.
Este pequeño texto es una invitación a interesarnos por nuestro hogar, investigar las relaciones que tejen esta trama de vida, pensar nuestro lugar en el mundo y en el universo, cuestionar la forma en que nos relacionamos con las demás especies y con las culturas que nos parecen ajenas. Es una invitación a viajar, salir de nuestra zona habitual para conocer otras formas de vida, recorrer desiertos, playas, bosques y humedales; visitar comunidades indígenas, observar y aprender la manera en que estas otras realidades conocen, interactúan y respetan las especies con las que convivimos. Viajemos de manera responsable, que nuestro turismo sea siempre sustentable y no olvidemos que somos parte de la fauna, somos naturaleza.
Paula Guaquiante Blašković
Docente de Turismo Sustentable, Instituto ARCOS
Sede Viña del Mar, en Asignaturas: Turismo de Intereses Especiales, Desarrollo de la Oferta Turística, Electivo Fungi, flora y fauna.